La incertidumbre que rodea al futuro del lince ibérico sigue sin despejarse. Desde la alarma de su posible extinción hasta hoy han pasado ya casi 30 años, pero los esfuerzos de los conservacionistas por rescatar al felino más amenazado del mundo de ese destino todavía tienen un duro enemigo: la carretera.
BIODIVERSIDAD Una especie 'en peligro crítico' de extinción.
El lince ibérico, atrapado en las fauces de la carretera.
Una hembra de lince con su cría en la reserva de Doñana.
La incertidumbre que rodea al futuro del lince ibérico sigue sin despejarse. Desde la alarma de su posible extinción hasta hoy han pasado ya casi 30 años, pero los esfuerzos de los conservacionistas por rescatar al felino más amenazado del mundo de ese destino todavía tienen un duro antagonista: las carreteras.
La caza y la fragmentación de su hábitat fueron sus principales enemigos en la década de los 80, según explica el proyecto LIFE+Iberlince, dedicado a la conservación de este animal, en uno de sus boletines. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) dio la voz de alarma en 1986 declarando al lince ibérico especie amenazada. En 2002 elevó el caso a su lista roja de animales en peligro crítico de extinción.
Ahora, los errores del siglo XX tratan de ser reparados. Los programas de cría en cautividad son el principal aliado de los conservacionistas para aumentar la natalidad de este felino y luchar contra la endogamia. Además, la ciencia ha logrado importantes avances para recuperar información genética y ayudar a la reproducción asistida.
Con todos estos progresos cabría decir que este impresionante felino de orejas puntiagudas pronto podría dejar de necesitar ayuda humana para sobrevivir, pero un nuevo peligro pone en duda su salvación: en lo que va de año el asfalto se ha cobrado la vida de 16 linces, una cifra récord que equivale al 5% de la población mundial.
Portugal y España colaboran para reintroducir al lince en sus poblaciones históricas.